Carrer de Ocata, 2 bis
932690493
http://www.barangelbarcelona.com/
Horario: Lunes de 20:00 a 24:00,- De Martes a Sábado de 13:30 a 16:00. Domigo cerrado
Aceptan reservas: SI
Precio medio por persona: 15-25€
Familias con niños: Bien
Fecha de la visita: 26 de abril de 2014
Comensales: El equipo de Barcelona de tapas al completo (2 y 1/2)
A la sombra de la Estación de
Francia (a su izquierda, tal y como sales de ella), escondido en la pequeña
calle Ocata encontramos este interesante bar. Solo lo encontrarás si vas
expresamente a buscarlo, de otra forma se me antoja especialmente complicado descubrirlo.
No es el Callejón Diagon de Harry Potter, pero casi.
Su aspecto exterior no desvela nada
de lo que esconde dentro. Desde fuera, un cartel sencillo de bar y el compresor
del aire acondicionado encima de la puerta te invitan a NO entrar, a no ser que
vayas a echarte un “quinto” rápido o a jugar una partida de dominó. A pesar de
todo, vamos y entramos ¿por qué? Muy fácil! Los más relevantes críticos y
bloggers gastronómicos de la “city” lo tienen en buena consideración. Eso
justifica una visita, que en nuestro caso no decepciona. Más bien todo lo
contrario.
Situado en tierra de nadie, ni
está en El Born, ni en La Barceloneta, juega en su propia liga, ajeno a
tendencias y modas. No tiene ni el rollito trendy-hippster-on
fire de El Born, ni el estilo marinero/bodeguero de La Barceloneta. No
entra al trapo, va por libre. Es el raro de la clase, el incomprendido. Ese que
no se integra y que a menudo es el más interesante de todos. Es un local
auténtico, sin botas de vino colgadas en la puerta, ni artificios de cartón
piedra. Aquí, el polvo que adorna los elementos decorativos no es enlatado, es
auténtico.
Cuadros en “3D” elaborados con
porrones o sifones decoran las paredes y desvelan el talante de Santi, el dueño
de la paradeta. Un tipo extrovertido, peculiar, amable…un buen anfitrión, que
no escatima en relaciones personales y que interactúa sin reparos con grandes y
pequeños. No está ensayado, a Santi le nace, no es un pelota, es un buen
anfitrión.
Por dentro, el mobiliario es sencillo,
de bar. A la entrada encontramos una larga barra, el espacio justo para
sentarse y poco más. Detrás de la barra un panel de pizarra con ilustraciones
divertidas. La pared del fondo está invadida por una piara de cerditos de barro, que en el
pasado fueron huchas.
Llegamos a las 13:45 y los
pillamos en bragas, estaban preparándose. El proveedor de verdura trae mercancía,
cajas de bebida encima de la barra… Nos piden amablemente que esperemos un poquito en la barra mientras se organizan.
Aprovechamos para tomamos un vermutillo casero y unas estupendas piparras
dulces (cortesía de la casa) El vermut es excepcional. Servido a pelo, sin
hielo y en vaso de vermut, pequeño, fino y alargado. Primero echan en el vaso unas
gotas de algo oscuro (la camarera dijo que es naranja) y luego añaden el vermut.
Llena el vaso solo hasta el 60% de su capacidad y te acerca el sifón. Nosotros
no añadimos sifón al vermut, pero le doy un tiento al vasito y enseguida lo
entiendo. Se trata de un vermut de verdad, de los de antes…al que hay que
añadirle sifón. Con sifón, está buenísimo.
Abajo no hay mesas, solo barra, pero
tienen un pequeño altillo con mesas para 10-12 personas.
El ambiente es muy relajado,
familiar. De fondo suena música y si una canción le gusta a la camarera, le
sube la voz al aparato y se arranca dándolo todo, en plan “sing star” En un
restaurante formal estaría fuera de lugar, pero aquí, esta espontaneidad
conjuga con el estilo del local: natural, distendido, simpático, divertido.
Nos acomodan en la mesa, echamos
un vistazo a la carta, pedimos y ¡A COMER!
Primero llegan los mejillones. Pequeñitos,
de roca, con mucho sabor. Fresquísimos y muy limpios. Dicen que están hechos a la plancha y con un poco de
pimienta. Buenísimos
Seguimos con los garbanzos con
patatera. Pues eso, garbanzos salteados con esta particular morcilla extremeña,
que por cierto, está de vicio. Los garbanzos tiernos y sabrosos. Buen
matrimonio.
A continuación la rosca con
patatera, huevo y papada Maldonado, la realeza de los cerdos ibéricos de
bellota. Un plato sencillo pero potente, suculento y sabroso. Exquisito. No apto
para los sensibilizados con la operación bikini.
Llega la galta (carrillera) de
atún a la plancha. Madre mía, que bocado…EXCELENTE!! Un par de trozos de la
mejilla del atún, poco hechos, jugosos y de sabor intenso, excelente. Disfruté
como un enano con este bocado. Acompañaba el plato un poco de lechuga, que
sorprendentemente sabía a lechuga. Habitualmente ignoro este tipo de
acompañamientos verdes, pero en este caso me dio por probarla y menos mal. Además
de lo buena que estaba, acompañaba de maravilla al atún. Normalmente ofrecen también
la glata de atún en escabeche, pero no les quedaba.
Terminamos con una hamburguesa de
ibérico Maldonado (off course), con un pegote de puré de patatas “taleguero” La
hamburguesa bien hecha, en su punto. Excelente sabor a cerdito ibérico.
Riquísima.
Para acompañar, un pan con tomate,
de la panadería Vilamala de El Born. Excelente. Buen pan, buen tomate y buen
aceite. Otros panes con tomate solo pueden estar igual que este, ¿mejor? Imposible.
Tiempos de espera mínimos y buen
servicio, relajado e informal (es un bar!!), pero correcto. La chica que nos
atendió fue muy amable en todo momento. Nos sentimos a gusto.
Como podéis ver en las fotos,
aquí no se pierde el tiempo con adornos efímeros, ni de ningún otro tipo. Si no
hubiese estado todo perfecto, le pondríamos pegas a esta austeridad de
detalles, pero dada la excelencia de todo lo comido, no podemos más que alabar
la labor de la cocina y la calidad de la materia prima. Preparaciones
sencillas, pero de excelente calidad. Producto, producto y producto.
Como diría el bueno de David de
Jorge: Cocina sin bobadas
Buen ambiente, buena comida, buen
vermut y un precio interesante, un 20% y un 30% menos de lo que costaría una comida similar en El Born.
¿Qué más se puede pedir?
El lema del local es “Porc i
coses bones” (cerdo y cosas buenas) cuatro palabras que sintetizan a la
perfección la oferta del local. A mí me suena a poesía pura.