YO TAPEO, TU TAPEAS, ÉL TAPEA...

jueves, 27 de marzo de 2014

TAPAS 24

Eixample Dreta
Carrer Diputació, 79
934880977

http://www.carlesabellan.es/restaurantes-tapas-24/

Horario: De lunes a sábado de 9h a 24h
Aceptan reservas: NO

Precio medio por persona: 25-30€
Familias con niños: No muy adecuado


Fecha de la visita: 22 de marzo de 2014
Comensales: Los 3 de siempre




                                       
Hace unos años fui a comer a Thai Gardens que, según Google maps, está a 9 metros del TAPAS 24. Pasé por la puerta y me fijé en él, pero no le hice demasiado caso. Me pareció un local sin interés. Entonces desconocía que su dueño era Carles Abellán, un Chef con pedigrí, “ex” de El Bulli, que actualmente regenta, entre otros, el restaurante Comerç 24, valedor de una estrella Michelín.
Desde fuera parece otro local enfocado al turismo, de esos que tanto abundan por la zona y que utilizan de forma indigna la tapa, como reclamo para atraer a la clientela foránea. Está en pleno corazón de “Guirilandia” y como tantos otros locales de la zona vive en gran medida del turismo, si bien, después de nuestra visita, puedo afirmar que el TAPAS 24 es algo más.
Desde la otra cera del Paseo de Gracia, ya se ve el toldo amarillo de la terraza. Terraza que está provista de calefactores y por lo tanto funciona todo el año.  


El local es un medio sótano al que se accede a través de unas escaleras decoradas con un mural de estilo Vintage que emula aquellos cristales pintados, de los bares de antaño, en los que aparecían caricaturas de pulpos, paellas, gambas y demás delicatesen.

   
Por dentro, tiene aspecto de tapería “moderneta” con mucha barra y algunas mesas altas con taburetes. Mesas para 2, otras para 4 y  algunas mesas grandes, que si no las llenas, debes compartirlas. En las paredes, pizarritas con sugerencias y más cartelitos vintage. En las estanterías sifones y collares de tomates colgados. Toda la decoración está enfocada a darle ese toque folclórico que tanto le gusta a los  de fuera.


Cuando llegamos, sobre las 13:00, solo quedan dos mesas libres y la barra ya estaba al 50%. En 20 minutos ya había gente esperando. No aceptan reservas, así que, o vas prontito o te toca esperar. En todo caso, la rotación de las mesas es constante y el tiempo de espera no será demasiado.
El personal es muy profesional. Desde que nos recibieron, el trato fue muy amable. Las dos chicas que nos atendieron, fueron especialmente simpáticas con nosotros. Esto es algo que no esperábamos y que nos sorprendió gratamente. Dadas las características del local, esperábamos un trato más frio y distante, de batalla. Nada más lejos de la realidad. Bromas y complicidad con nuestra peque, eso siempre toca la fibra. En ese aspecto,  un 10. 
Las cartas son bolsas de papel que contienen los cubiertos y la servilleta. La carta no es muy extensa. Ofrece algunas típicas referencias de aperitivo como encurtidos, salazones y conservas. Alrededor de 20 tapas y platillos, a los que habría que sumarles las sugerencias que anuncian en las pizarras. Dichas sugerencias, son un puñado de platillos de lo más sugerentes, sin embargo ese día nos decantamos por una opción de tapeo más clásico.
Nos toman la comanda y empieza la fiesta. La cocina trabaja como una máquina bien engrasada. El pase de platos es frenético.

El vermut negro, de CAL PERE TARRIDA, la mítica bodega de El Prat. Magnífico, dulce pero con cuerpo, potente, buenísimo. De los mejores que hemos probado. 


Dicho esto, llegan las bravas. Bueno, bueno…Nos parecen estupendas!! Corte tipo french fries, tamaño mini, muy bien fritas. Un buen alioli, con sabor a ajo, pero de picor moderado. No repite. La salsa brava es de las más auténticas que hemos probado, sin tomate, a base de pimentón de la Vera, como mandan los cánones. El conjunto es muy bueno!! A nuestro juicio, son unas bravas a tener muy en cuenta…

 
El pan con tomate, en su punto, muy bueno.


El Bikini Comerç 24, bien, pero… Bien porque está muy bueno, con jamón serrano y un toque de trufa nega, ¡como para no estarlo! Los peros son el precio y la falta de sensibilidad a la hora de presentarlo. Partido en cuatro triangulitos, puestos de pie, en un plato inmenso, el bikini ahí solito, desangelado…mucho plato vacío, parecía más pequeño de lo que era. Cuesta 8.9€ Es un buen bocado, pero el precio nos parece un pelín elevado.


Las croquetas, de jamón ibérico y de pollo rustido, totalmente distintas entre sí (en la imagen se puede ver la diferencia de los rellenos) Las primeras, para amantes del club de la bechamel, con sabor a jamón, pero jamón, lo que se dice jamón, más bien poquito. Las segundas son de pollo rustido de verdad. La masa está compuesta del pollo y de su rustido y el resultado es más que correcto. Muy suculentas, las fibras del pollo dominan la masa.



Con la Mc Foie Burger tuvimos la misma sensación que con el Bikini. Una hamburguesa pequeña de buena carne, con el pan planchadito, crujiente. El trocito de foie es eso, un trocito. La salsa que la acompaña es muy buena. El conjunto es muy bueno, es otro buen bocado…pero 9.5€, nos parece un precio desproporcionado.


La bomba de la Barceloneta, impecable. Lleva la misma salsa que las bravas. Buenísima 


La Rusa (ensaladilla) es de factura casera, solo lleva mayonesa, patata, zanahoria, aceitunas y bonito. Como muestra la imagen, encontramos tacos de bonito de dimensiones importantes. Correcta.



Acabamos con media ración de huevos estrellados con butifarra del perol. Buenas patatas, las mismas que las bravas y una buena butifarra. El huevo estaba demasiado hecho, con la yema demasiado cuajada, apenas tenía jugosidad para bañar alguna patata ¡Ese pobre huevo no merecía ese maltrato! Un buen plato que quedó deslucido por una mala praxis.


Aunque hicimos un tapeo sencillo, disfrutamos de algunos bocados interesantes y en líneas generales, la comida estuvo bien. Sin embargo, pensamos que la relación calidad/precio es mejorable. Al margen de esa pega, que tampoco es algo desorbitado, si estás por la zona y no sabes dónde comer, en TAPAS 24, comerás y te tratarán bien.


  

 

viernes, 21 de marzo de 2014

BAR CAÑETE

El Raval
Carrer de la Unió,17
932 703 458 
http://barcanete.com/ 

Horario: De lunes a sábado, de 13 a 24 h.
Aceptan reservas (limitadas)


Fecha de la visita: 15 de marzo de 2014
Comensales: Los 3 de siempre




Cuando decidimos visitar un nuevo local, siento una tremenda ilusión por el inminente descubrimiento, especialmente cuando, como es el caso, se trata de un clásico de la ciudad condal. Pero por otro lado, no puedo evitar sentir cierto miedo ante una posible decepción. En locales del nivel del CAÑETE, sabes que la broma va a subir por encima de lo habitual y en consecuencia, esperas es que la experiencia esté a la altura de las expectativas. En este caso ¡Vive Dios! Que lo estuvo. Os garantizo que todos y cada uno de los “dineros” invertidos en el CAÑETE merecieron la pena.

Tiene fama de ser caro…Para mi decir que un sitio es “caro” o “barato” me parece simplificar demasiado, no me gusta utilizar esos conceptos a la ligera. Además se trata de algo muy subjetivo. El coste de una comida completa en el CAÑETE está por encima de la media, pero su calidad también lo está. Por poner un ejemplo, allí nos comimos unos berberechos frescos del tamaño de pelotas de ping-pong, nunca había visto nada parecido. Eso hay que pagarlo.

En el CAÑETE, a diferencia de otros sitios, no engañan a nadie. Aquí no hay pizarras malintencionadas, ni sugerencias del día cantadas de forma sibilina, omitiendo el precio, con la firme intención de pegarte “la gran clavada” La carta indica el precio de todo lo que puedes pedir, e incluso puedes consultarla en su página web (aunque no está actualizada y tanto el contenido como los precios difieren ligeramente de la carta actual)

Dado nuestro grado de satisfacción, hablar de lo que costó la broma del CAÑETE me parece una falta de respeto. Además, tan diversa es su carta que, dependiendo “del palo que vayas” el montante de la operación puede variar mucho. Puedes comer por 30 o 35 euros por cabeza, pero también lo puedes hacer por 150 o 200. Depende de tu apetito, de tus gustos, del vino que pidas...

Si disfrutáis degustando tapas y platillos de calidad, el BAR CAÑETE es vuestro sitio. Magnífico exponente de lo que es un buen tapeo de mercado, de producto, selecto, variado y de calidad. Tapeo con mayúsculas. Imprescindible para todo aquel que pueda permitírselo, y para el que no, creedme cuando os digo que no encuentro mejor motivo para asestarle un buen golpe de martillo al cerdito.


Bueno, ¡Al Turrón!


Bajando por Las Ramblas, girando a la derecha nada más pasar el Liceo, aproximadamente a 100 metros encontramos El CAÑETE. Ofrece dos opciones, CAÑETE DE BARRA (el original) y CAÑETE DE MANTEL. Se trata de dos locales independientes, el primero, el BAR CAÑETE (cartel azul), es el que nos ocupa hoy y no necesita más presentación,  el segundo (cartel rojo) es un restaurante al uso.



Nada más entrar, encuentras una vitrina-mostrador con quesos y postres. A continuación, las dos únicas mesas de 4 comensales que tienen. Si queréis comer en una de ellas, debéis espabilar para reservarlas y ser como mínimo 3 personas. Al fondo del local hay otra mesa alta con capacidad para 14 personas, en la que también se puede reservar, pero tendréis que compartirla.  



El CAÑETE es una barra, es más, me atrevería a decir que es “LA BARRA” Con capacidad para unas 20 personas sentadas en cómodos, aunque “viejunos”, taburetes. Una barrita unida a la pared paralela a la barra permite a una segunda fila de comensales apoyar plato y copa, eso sí, deberán disfrutar del ágape de pie.


 


En la pared del fondo destacan un amplio ventanal que provee de luz natural al espacio y un gran espejo que da profundidad a la sala, permitiendo ver los tejemanejes de la cocina, desde cualquier punto del local. 


Decorado con detalles clásicos, otros algo horteras, un clásico cartel de Moritz, cosas raras, plantas colgadas y alguna que otra antigualla. Todo ello le da al local un toque añejo, tirando a rancio. No es retro, ni vintage, es cutre, correcto, pero cutre.

Lo hortera y lo rancio se te olvida de golpe cuando le hechas un vistazo a la carta, a la materia prima que exhiben las vitrinas o a la magnífica cocina que gasta el local, situada al fondo de la barra y totalmente integrada en el espacio. 6 Personas cocinan y otras tantas lo sirven, para que las cosas fluyan a toda máquina. En la vitrina destacan unos berberechos frescos descomunales. Me quedo con su cara…



Tras las presentaciones iniciales, nos sentamos en la barra y empieza la fiesta. La carta es de vértigo. Ofrece una gran variedad de preparaciones, a cual más apetecible. Súper productos, buenas frituras, tapas clásicas, platillos tradicionales reinventados…Ojo, contrólate o corres el riesgo de perder la cabeza.

Para acompañar el festín, un poco de coca de “mossén” con tomate: perfecta.



Empezamos con una tortillita de camarones que está de lujo, como para comerse un capazo. Luego las croquetas de jamón. Con mucha diferencia, estas son las mejores que hemos comido hasta el momento. Sublimes. Pido perdón si alguna vez he dicho que otra croqueta de jamón era buena… 


Bombón de panceta y erizo de mar, ¡menuda pareja! Pequeño, pero excelente bocado.


Seguimos con un flamenquín, rico, pero un pelín quemado. Le sobró genio al aceite durante la fritura…



Pan chino con papada ibérica. Versión CAÑETE del “Pork Buns” ese antológico bocadillito de origen chino, que popularizó David Chan desde su templo en la gran manzana, MOMOFUKU. Se trata de un bollito de pan cocido al vapor, relleno de papada ibérica a la plancha y un poco de cebolla cruda. Se presenta de forma original dentro de un envoltorio de papel. Os recomiendo que utilicéis el envoltorio para cogerlo o la grasa de la papada se pegará a vuestros dedos por siempre jamás. No se como estará el de MOMOFUKU, pero este está de lujo.


Ahora las zamburiñas Cañete, bien planchaditas y con jamón ibérico por encima…Mmmmmm…MAGNÍFICAS. La presentación, como podéis comprobar, es excelente.


El calamar relleno de butifarra del perol es un escándalo. En el relleno, aparte de una excelente butifarra, encontramos algunos “cama grocs” (en castellano, rebozuelos atrompetados) unas humildes setitas a las que les tengo un cariño especial.




El canelón de pularda, solo es uno, pero de tamaño XXL. Correcto relleno y buena salsita, son para comerlos con cuchara (como los del Bohémic)  para disfrutar de la mezcla de todos los elementos. La pasta de la oblea resulta un pelín tiesa, a pesar de ello, el conjunto es bueno.



La pasarela de platillos había llegado a su fin, pero yo no podía quitarme de la cabeza esos tremendos berberechos a los que les eché el ojo nada más entrar. Deben pescarlos en la isla de King Kong porque son descomunales. Frescos a más no poder. Sumergidos en agua hirviendo solo unos segundos, lo justo para que se abran y servidos en un “perolito”, con un poquito de jamón por encima, como las zamburiñas. Un bocado excelente.




Debo decir que tuve el antojo de berberechos antes de que nos sirvieran el canelón. Cuando los pedimos, el camarero, por iniciativa propia miró nuestra comanda, comprobó lo que llevábamos comido y lo que nos faltaba. Entonces nos avisó de que el canelón era grande y nos propuso esperar a acabar con él para pedir los berberechos, si aún seguíamos con hambre. Un detallazo que agradecimos y que demuestra la profesionalidad del personal. Lo entiendo, se piensan que somos dos, que la niña no come…JAJAJAJJA…Obviamente, le dijimos: “Gracias por el consejo, pero dale marcha a los berberechos!!!”


Nosotros estuvimos allí un sábado a las 13:00 Hs. Si no tenéis reserva, podéis ir a esa hora y no tendréis problemas de espacio, los platos llegan rápido y hay de todo. Comes tranquilo, pero te pierdes el ambiente que pudimos observar más tarde, cuando nos íbamos. Ambas opciones tienen su encanto.



El CAÑETE es un escándalo. Absolutamente imprescindible. 
Este es otro que perdurará en los primeros puestos del Ranking de "Barcelona de Tapas", no me cabe la menor duda.

lunes, 17 de marzo de 2014

TEN'S

El Born
Carrer del Rec, 79
933 19 22 22
http://www.tensbarcelona.com/ 

Horario: De martes a domingo de 13.30 a 15.30 h. y 20.00 – 23.30 h. (viernes y sábados hasta 00.00 h.)
Aceptan reservas


Fecha de la visita: 3 de enero de 2014
Comensales: La Cofradía Gastronómica MI COMPADRE Y YO, al completo




Quiero reivindicar la legitimidad de la propuesta que ofrece Ten's, en la que, de forma conceptual,  un chef mediático (y con varias estrellas Michelin en su pechera) presta su nombre, asesoramiento y supervisión a un local que ofrece un tipo de cocina más asequible. Salvando las diferencias, algo parecido se viene haciendo hace años en Barcelona en sitios como ROCA MOO (Joan Roca), LASARTE (Martín Berasategui) o MOMENTS (Carme Ruscalleda), si bien, en estos casos las “sucursales” son restaurantes de 1 y 2 estrellas Michelin, y de asequibles no tienen nada. Por contra, la relación de estos locales con la figura de un gran chef, hace inevitable la comparativa y en muchos casos conduce a la decepción.

Lo de Ten’s es diferente. La propuesta gastronómica de este local de tapas difiere mucho de lo que Jordi Cruz pueda desarrollar en ÀBAC (y el precio también) Este formato ofrece preparaciones de nivel, respaldadas en algunos casos por técnicas de vanguardia, pero bajándolas a la tierra para ofrecérselas a la clientela a un precio asequible. De esta forma, al tratarse de propuestas diferentes, no podemos comparar con el original, se trata de cosas distintas.

Veo las críticas de Ten’s en Tripadvisor y compruebo con cierto estupor que son muchos los incautos que van allí a comer convencidos de que lo van a hacer de la mano del “Masterchef” de turno. Sinceramente, no sé si les interesa más probar la cocina de Jordi Cruz o hacerse una foto con él.

Tras nuestra visita, solo puedo decir que Ten’s, estuvo a la altura de nuestras expectativas. Sabíamos a lo que íbamos y no nos defraudó. La experiencia fue positiva.
Si queréis ir, adelante, pero no esperéis duros a cuatro pesetas. Se trata de un local de tapas, con servicio y ambiente desenfadado, en el que una comida completa con vino puede rondar los 28-32€ por persona. Si buscáis la cocina que hace Jordi Cruz, rascaros el bolsillo y reservad en Àbac. Eso es otra historia.

Dicho esto, ¡Vamos al meollo!


El local es “modernete”, fresco, luminoso. El blanco es el protagonista, si bien las luces juegan un papel importante, confiriendo un aire cálido al ambiente. El mobiliario es muy cómodo, especialmente las sillas.

Éramos siete personas y nos ubicaron en una mesa del saloncito privado (para 20 personas aprox.), donde compartimos espacio con otra mesa familiar. Allí estuvimos francamente bien.

El servicio fue atento en todo momento. Pedimos consejo sobre algunos platos y las indicaciones fueron acertadas.

En Ten’s disfrutamos de platillos excelentes, otros buenos y algunos solo normales, pero el balance fue positivo.

Cubiertos y vajilla bien, cristalería superbién. Estupendas copas modelo Pure de Schott Zwiesel. Mantelitos individuales y servilletas de tela de un solo uso, interesante detalle (por si os interesa, en esta web podéis ver un ejemplo http://www.ecoologic.com/mydrap-servilletas

  

Tras los vermutillos y cervezas iniciales, seguimos regando los gaznates con un Ribeiro muy “apañao” Viña Do Avó. Su precio, razonable, con una relación respecto al coste en tienda de ½ aproximadamente.

En cuanto a las tapas, empezamos por las bravas. Las presentan de forma original, pero aparte de eso y de la especial textura espumosa del alioli, nos dejaron un tanto indiferentes.



Luego seguimos con el “Foie-gras con higos, migas dulces y saladas con helado de pimienta sechwan” Toma ya!! Este fue uno de los mejores bocados de la noche. El uso de texturizantes empleados habitualmente en alta cocina, la calidad de la presentación y la armonía entre sabores y texturas, hacen que este plato esté un escalón por encima de los demás.

Las Tostas de anchoas del cantábrico, buenísimas. Buenos filetes de anchoa, sobre unas “crujientitas” y finas coquitas. Entre la coca y la anchoa una pizca, casi imperceptible, de cabello de ángel, que le da un toque dulce al conjunto.





Yakisoba con panceta ibérica, setas, langostinos y romero. Presentados de forma simpática y original, pero un poco simploncetes, faltos de “punch”


Calamares con alioli de citronela. Grandes aros de clamar enharinados y fritos. El alioli de citronela, era en realidad alioli con ralladura de limón. Un detallito feo.




El cono de pescadito frito, nada especial. Otro guiño poco acertado a la fritura andaluza.




Huevo a baja temperatura con jamón y sobrasada ibérica, parmentier de patata, gouda viejo y rucula. Demasiado nombre para un excelente platillo. Tanto nos gustó que repetimos. Muy bueno.


Otro de huevo: Huevo casi estrellado con ibéricos. Bien, aunque lejos del anterior.



Pulpo cocido, pimentón de la vera, patata con aceite de arbequina y humo de haya. Plato rico. Aparte de la puesta en escena, el humo juega un papel crucial en el resultado final del plato, aportando aroma al conjunto.



 (Esa manita!!!!)

Otro plato estupendo fue el Arroz venere con gorgonzola, cigala asada, nueces y rúcula. Nos sorprendió gratamente este arroz ligeramente cremoso, tirando a sequito, en el que todos los ingredientes armonizaban de maravilla, nada sobresalía. Muy bueno.





La Barbacoa de alitas de pollo y colitas de langostino al ajillo, fue otro de nuestros platos preferidos, de hecho repetimos. Alitas de pollo deshuesadas, solamente abiertas por las puntas (!!!) Glaseadas en salsa Teriyaki, con el langostino encima y dispuestas sobre una bonita barbacoa, donde un trocito de carbón se encargaba de darles aroma a humo “in situ”

 
La Miniburguer de butifarra Thai, no nos pareció nada especial.





Acabamos la festín con la Lágrima y rabito ibérico a la brasa con parmentier de garbanzos a la vainilla. Con este plato tuvimos la sensación de estar viviendo un deja vu. Misma barbacoa, mismo humo, mismo glaseado de Teriyaki,…se parecía mucho a la barbacoa de alitas. La carne estuvo bien, pero no entendimos el puré de garbanzos








 














No hemos dicho nada de los postres porque no los probamos. El final dulce lo teníamos reservados para BUBÓ, donde recalamos después de la cena. Después de nuestro paso casi tuvieron que bajar la persiana por fin de existencias. Pero eso es harina de otro costal… 

La cena en Ten’s fue como una montaña rusa, de la que, a pesar de las subidas y bajadas, salimos con buen sabor de boca y con ganas de subirnos otra vez.